¿Para qué puedo necesitar terapia?
¿PARA QUÉ PUEDO NECESITAR TERAPIA?
Es una buena pregunta, una buena forma de comenzar. No podemos hablar de terapias si no sabemos siquiera que las necesitamos. Por lo tanto: ¿Cómo sé que necesito hacer terapia? ¿Es realmente necesario que haga terapia?
Es indispensable, para que esto funcione, hacer un breve diagnóstico de mí mismo. Para ello necesito saber si todo lo que tiene que ver con mi vida funciona correctamente. De otro modo, posiblemente necesite terapia o puede que ¡la necesite mi entorno! Pero como yo no me puedo hacer cargo de la situación de los demás comenzaré ocupándome de mí.
He de notar si surgen ciertos cambios en mi estado de ánimo, en mi forma de expresarme, en mi forma de comunicarme, en mi postura física, en mi postura ideológica. Todo pequeño cambio que me “saca de mi eje” es un posible detonante que indica que algo no funciona como debe. A decir verdad, ¿qué sería lo que debe funcionar bien? Hay ciertas ocasiones en las cuales las cosas funcionan de una forma que para nosotros es “normal” y no por eso quiere decir que estén bien. De hecho, cuando las hacemos de forma correcta notamos que la diferencia puede generarnos algún cargo de conciencia o puede darnos la sensación de estar faltando a los demás. Son palabras rebuscadas para decir que muchas veces nos dejamos guiar por los decretos sociales dejando de lado nuestros sentimientos o anhelos. Por lo general, sentimos esa necesidad de ser bien vistos por el afuera sin importar cómo estemos por dentro.
Desde mi punto de vista, esto es precisamente lo que enciende la alerta para comenzar sesiones de terapia. Dar prioridad a los demás marca exactamente las reglas de juego y el campo en el que participo. Aquí aparece la famosa frase tabú que dice: “Los terapeutas solo quieren que tú te encuentres bien a costa de abandonar todo”
Está claro que, para los ojos cerrados de la sociedad, los terapeutas solo buscamos el bienestar de nuestros pacientes a través del distanciamiento del entorno. La solución lógica sería entonces; si estas personas me hacen mal, me alejo y me busco otras personas que no me hagan mal. Como solución sería perfecta. No hace falta terapia. En ese caso, la sesión es de una sola visita en la cual se te dará el espacio para que asimiles la realidad y armes las maletas para emprender un nuevo viaje con nuevas caras que apreciar. Sinceramente, es un poco extremista pensar así de un terapeuta. Nada más alejado de la realidad.
Acudir a una sesión de terapia te ayudará a mejorar tu realidad sin tener que cambiar de ambiente. Si hablamos de terapias holísticas sumamos a la mejora de la realidad una mejora energética dado que estaremos balanceando nuestras energías, lo que ayudará a que nos enfermemos menos y podamos resolver nuestros desafíos diarios con mejor pericia.
Darme cuenta de que necesito terapia activa una alarma en mí. Esto me hace pensar que estoy en un punto crítico de no retorno y que mi capacidad de comprender mi entorno se está disminuyendo a cada instante. ¿Qué sucede cuando quiero mucho a mi entorno por más que sé que me hace mal? – Pueden suceder dos cosas: Me mantengo en la misma postura, sumisa, en silencio complaciendo y viviendo para el resto o tomo acción y me hago cargo de mi vida.
La primera opción es desalentadora. Nada cambiará, los demás seguirán abusando de mi buena voluntad y no porque sean malos, sino porque es lo que yo enseñé de mí. Eventualmente, terminaré por “estallar” en cólera o en enfermedad física o mental.
La segunda opción parece una amenaza, cambio y dejo todo atrás. Entonces, acudo a una sesión de terapia con el fin de que un terapeuta me diga que tengo razón y entonces sí, con su aval de mi lado, me marcho para no volver. Sin embargo, cuando entro a la sesión, mi terapeuta no reacciona como yo esperaba. Luego de escuchar atentamente todo lo que le comenté, toda esa ira contenida que dejé salir de mí me pregunta: ¿Para qué acudes a terapia?
Un/a terapeuta no te dirá las cosas que quieres escuchar. Un/a terapeuta te ayudará a entrar en razón y por sobre todo te ayudará a tomar en control de tu vida comenzando por mostrarte que debes hacerte cargo de la realidad en la que vives. ¿Para qué realmente acudes a terapia? Si es tan sencillo como tomar una maleta y desaparecer: ¿Para qué estás aquí? Comienza entendiendo que la única persona responsable por lo que te sucede eres tú. Comienza haciéndote cargo de tus “problemas” y “culpas” (dos palabras que haremos desaparecer conforme avancemos en la sesión terapéutica) Los “problemas” pasaran a ser “situaciones para resolver” y la “culpa” pasará a ser “responsabilidad” o “error cometido” en todo caso. ¿Verdad que suena mejor? De este modo, ya no tenemos la excusa de que a mi terapeuta no le importa mi entorno. Ahora, lo que mi terapeuta me quiere hacer ver es cómo yo permito que mi entorno tenga el poder sobre mí.
La diferencia principal entre perder el interés por todo y no dejar que ese “todo” me afecte es la perspectiva desde donde lo mire. Por ejemplo: “No estudies eso, no te llevará muy lejos”, “mejor estudia medicina como tu padre o madre” Si en el fondo tú no quieres estudiar medicina o simplemente no quieres hacer una carrera universitaria porque prefieres abrir una barbería; ¿Por qué terminas estudiando medicina? -Ya sé: ¿Qué dirán de mí si no lo hago? He aquí el primer punto a resolver. Si yo te pregunto ¿Por qué te fijas tanto en el qué dirán? Posiblemente me responderías “porque no quiero defraudar a mis padres”. En este caso te defraudarás a ti para no hacerlo con ellos. Este es un punto en donde sale a relucir que, para estar bien conmigo mismo necesito desestimar lo que piensan los demás, por lo que podríamos caer en que en verdad mi terapeuta quiere que me desentienda de todo y me ocupe de mí cuando la realidad es que DEBES ocuparte de ti. Tienes una vida de la que necesitas hacerte cargo y si realmente, lo que te apasiona es cortar cabello, ¿Qué tiene de malo?
No resolver este tipo de cuestiones hará que tu energía se desequilibre lo que, en este caso en particular, elevará tus niveles de estrés hasta las nubes y como no trabajes en ello terminará por detonar físicamente. Ese es el desequilibrio que las terapias holísticas intentan evitar. Si tu comprendes la situación y marcas el límite como corresponde, podrás hacer que tu entorno juegue a tu favor. Para ello, además de las sesiones terapéuticas, tenemos de nuestro lado las leyes y principios universales. ¡Verás que bien se amoldan a nosotros!
Todo tipo de situaciones que generen en nosotros algún tipo de desajuste requieren de una solución terapéutica. Una vez que las comiences a tratar te darás cuenta de lo amigables que llegan a ser más allá de lo que la sociedad decrete en contra. ¿Tienes “situaciones para resolver” en el trabajo? ¿Te llevas mal con tu pareja, pero aún le amas? ¿No puedes con los niños? ¿Tus padres te enloquecen? Son todas situaciones que puedes resolver pacíficamente en sesiones de terapia transpersonal, mindfulness, constelaciones, regresiones, flores de Bach, gemoterapia y por supuesto, una de las que más me apasiona: Reiki.
¿Por qué limitarte a la vida que tienes enfrente sabiendo que puede ser mejor? Te haré una pregunta aún más intensa: ¿Para qué limitarte a la vida que tienes enfrente sabiendo que puede ser mejor?
Depende de una sola persona poder cambiar tu realidad. ¡Exactamente! Solo depende de ti. En tus manos está la llave al éxito personal, familiar, laboral, amoroso y espiritual. Permite que un terapeuta te muestre el camino para que descubras un nuevo ser dentro de ti. Todos hemos venido al mundo para brillar y no para ser sometidos por la sociedad que decreta cómo y quiénes debemos ser.